Entra usted por primera vez en una web y aparece un molesto texto que dice no sé qué sobre ‘cookies’. ¿Le suena? Desde finales del año pasado, las páginas web que instalan ficheros de seguimiento en los ordenadores de sus visitantes están obligadas a lucir este texto, que avisa a los nuevos y les da la opción de no ser monitorizados. Pero la información que recopilan las ‘cookies’ es oro para muchas empresas, que no están dispuestas a perderla tan fácilmente. Así que abundan todo tipo de trampas para saltarse la ley.
Una ‘cookie’ (‘galleta’) es un fichero, usualmente de texto, que la web que visitamos instala en nuestro ordenador y usa para monitorizarnos. Cada vez que volvamos al mismo sitio, se pondrá en contacto con la ‘cookie’ que nos «enchufó» y así sabrá quién somos, de dónde venimos o qué webs hemos estado visitando. Las ‘cookies’ se almacenan en un sitio estándar de nuestro ordenador, al que podemos acceder desde las preferencias del navegador para verlas, borrarlas o especificar que no queremos ‘cookies’ de nadie. En este caso, los servicios en la web que exijan registro no nos funcionarán, pues las necesitan.
Las ‘cookies’ que monitorizan nuestros hábitos de navegación sirven para crear perfiles individualizados, lo más precisos y exhaustivos posibles, sobre nuestras características personales, intereses y comportamiento en Internet, cara a mostramos publicidad personalizada. Este uso de las cookies es el más abundante y, ya en 2003, la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información (LSSI) legislaba sobre su uso, entonces minoritario frente a la avalancha que vivimos hoy. Pero la solución que proponía la ley, que los usuarios pudiesen rechazar de entrada la implantación de cookies en sus equipos, topó con la nula colaboración de la industria y convirtió la ley en papel mojado.
El fenómeno siguió creciendo hasta que, hoy en día, en una misma página puede haber más de 50 dispositivos de seguimiento recopilando datos de sus visitantes, según el director de la Agencia Española de Protección de Datos, José Luis Rodríguez Álvarez: «La gran mayoría de estos archivos de ‘tracking’ no son gestionados por el titular de la página, sino por terceros, sean redes de publicidad o compañías especializadas en recopilación de datos». Estos terceros son una minoría que controla todo el mercado, de forma que una sola compañía puede estar presente en más del 70% de páginas. Según Rodríguez, «esto les permite combinar la información recabada en las distintas páginas y obtener una imagen muy completa de los usuarios individuales, sin que la mayoría sean conscientes de ello».
Pero hecha la ley, hecha la trampa, explica el investigador y editor del blog SecurityByDefault Alejandro Ramos: «El usuario medio sabe que si borra las cookies de su navegador las compañías de monitorización no podrán seguir su actividad en la red. Pero esto ya no es así. Borras tus cookies pero ellos son capaces de seguir sabiendo quien hay al otro lado del ordenador. Además, con el uso de estas técnicas alternativas las compañías han encontrado una puerta trasera en la ley que permite no tener que avisarles de que están siendo monitorizados».
Fuente: El Mundo